En Jesús tenemos la plenitud de la Revelación. Él es el Verbo, la Palabra de Dios hecha carne, que vino a mostrarnos quién es Dios y cómo nos ama. Esta Palabra, que es Dios mismo, espera del ser humano una respuesta de amor. Como dice el refrán: “Obras son amores”. Nuestra respuesta se expresa viviendo con profundidad y convicción sus enseñanzas: «Si me aman, guardarán mis mandamientos».
El amor no es solo un sentimiento: se expresa en obras, en acciones concretas. Vivir el mandamiento del amor, tanto a Dios como al prójimo, es la forma más auténtica de mostrar que lo amamos de verdad.