Jesús todavía tiene mucho para enseñarles, pero sus discípulos no pueden comprenderlo todo de golpe. Aún ven las cosas desde una mirada muy humana. Por eso, el Espíritu los irá guiando, poco a poco, a comprender en profundidad lo que Jesús les enseñó y a iluminar su vida a la luz del Evangelio.
Jesús quiere que sus discípulos entiendan que la presencia del Espíritu Santo es aún más necesaria que su presencia física. El Espíritu les dará la fuerza para amar como Él. Hasta ahora, Jesús había sido un modelo a seguir; con el Espíritu, Jesús se convertirá en una fuente viva dentro de cada uno.
Donde está el Espíritu, allí está Cristo. Y el Espíritu no tiene límites: puede llegar a todos y a todo.