Jesús es el único mediador: por Él nos llega la gracia y la palabra de Dios, y por Él también nuestra fe llega al Padre. Solo el que pasa por Él, es decir, el que cree en Él, entra en la vida.
Fuera de Cristo, la humanidad queda encerrada en sí misma. Ninguna teoría, ideología, religión o sistema puede liberarnos de nuestra fragilidad humana ni del límite de la muerte. Jesús nos saca de esa impotencia y nos introduce en el ámbito de Dios. En Él se abre para nosotros un espacio infinito y eterno. En Jesús, la eternidad entra en el tiempo.