Hoy también lo aclamamos, y queremos seguir su camino, su estilo, su forma de vivir. Aunque no siempre sea fácil, sabemos que su manera de amar es lo único que realmente vale la pena.
Sabemos también que ese camino lo llevó a la cruz. Que su amor, su libertad, su cercanía con los pobres y marginados, no fueron bien recibidos por quienes tenían el poder. Pero también sabemos que su amor fiel hasta la muerte trajo vida para todos, una vida capaz de transformarnos por dentro.
Caminar con Jesús durante esta Semana Santa, junto a tantos hermanos que comparten nuestras luchas y esperanzas, es una forma concreta de ser sus discípulos.
Jesús también quiere entrar hoy en nuestras vidas. No lo hace con grandeza ni ostentación, sino con humildad. Quiere que demos testimonio de Él en lo cotidiano: en nuestro trabajo bien hecho, en la alegría compartida, en la serenidad con que enfrentamos las cosas, en el interés sincero por los demás.



