El cristiano es una persona libre porque ha sido liberada por Cristo. Está llamado a no vivir sometido a nadie ni a nada. Pero esa libertad no es para hacer lo que se le da la gana: el cristiano es alguien que sirve con amor, que se entrega a los demás. Y eso, que parece una “esclavitud”, en realidad es la señal de que somos libres de verdad.
Jesús fue el más libre de todos, porque vivía unido al Padre y amaba sin egoísmo. Nada lo detenía. No vivía para sí mismo, sino para dar vida a los demás.
Solo el amor verdadero nos hace libres. Amar y obedecer solo al Dios verdadero es lo único que nos libra de todo lo demás.