Los líderes religiosos no aceptan el testimonio de Jesús, y él cuestiona su manera de leer las Escrituras. Creen que en ellas encontrarán la vida, pero han olvidado su verdadero propósito: anunciar la llegada del Mesías. En lugar de verlas como una promesa y una esperanza, las han convertido en un sistema cerrado. Al interpretarlas con una idea equivocada, no pueden comprender su verdadero significado.
Jesús les dice que les falta amor a Dios, y ese amor es lo que abre el corazón para reconocerlo como el enviado del Padre. Su testimonio es aún más fuerte que el de Juan Bautista, porque las obras que realiza demuestran que viene de Dios. Quien cree en Dios como Padre debería ver en las obras de Jesús un signo de vida, especialmente para los más débiles.
En este tiempo de Cuaresma, estamos llamados a dejar que la Palabra de Dios habite en nosotros. No es un proceso automático, sino un camino que requiere oración y reflexión. Acogerla con el corazón nos transforma y nos acerca más a Dios.