Jesús, al ver al hombre y sabiendo que llevaba tanto tiempo en esa situación, le dice: “¿Quieres quedar sano?”. Con estas palabras, Jesús no solo se dirige a él, sino a todo el pueblo que representa. A ese hombre sin fuerzas, víctima de su enfermedad, incapaz de moverse, de actuar y de tomar iniciativa, Jesús le ofrece una esperanza real de salvación.
El enfermo desea la curación, pero está fuera de su alcance porque no tiene a nadie que lo ayude a entrar en la piscina cuando el agua se agita. Entonces Jesús le dice: “Levántate y anda”. Y el hombre, que había estado paralítico, encadenado a su pasado de sufrimiento, se pone de pie. Jesús le devuelve la salud y, con ella, la capacidad de actuar por sí mismo.
Aquí encontramos un “agua viva” que tiene poder de resurrección, que da vida. Es el comienzo de una vida nueva. . Dios quiere un “hombre de pie”, alguien que avanza, que no se queda atrapado en el pasado ni en la desesperanza.