Las palabras de Jesús buscan enseñar a la comunidad que el Reino de Dios comienza cuando rompemos las barreras de las apariencias, del legalismo y de las divisiones que no generan vida. El Reino se construye aquí y ahora, cuando vivimos la misericordia y la solidaridad con todos. No podemos dejar estas cosas para después, porque después ya no tendrá sentido.
Este relato quiere despertar nuestra conciencia para que trabajemos por un mundo donde vivamos como hermanos, con la misma dignidad, compartiendo los bienes de la creación. No fuimos creados solo para este mundo pasajero, sino para la vida eterna. No debemos esperar el juicio de Dios para empezar a construir una sociedad basada en la igualdad y la justicia, porque estas brotan de nuestra identidad como hijos de Dios.