Mateo destaca la justicia mayor que Jesús propone, una perfección que va más allá de cumplir normas externas. Jesús no viene a eliminar mandamientos como no matar, no robar, no mentir, sino a darles un sentido más profundo. Las leyes de Moisés eran un punto de partida, pero el Evangelio invita a ir más lejos, hasta el amor perfecto.
El centro de este mensaje es la paternidad universal de Dios, que nos hace hermanos sin distinción. Jesús no quiere una ley basada en apariencias, sino una que transforme el corazón, guiándonos a vivir con sinceridad, intención y verdad.