Jesús no solo nos recomienda orar, sino que nos enseña cómo hacerlo a través del Padrenuestro. La oración es ponernos ante Dios como hijos, con confianza y cercanía. Nos invita a llamar a Dios “Abba”, la expresión más íntima en hebreo, similar a “papito querido”, la que usan los niños al echarse en brazos de su padre.
El Padrenuestro se contrapone a las largas plegarias de los paganos, que confiaban en la eficacia de sus propias palabras. La oración cristiana, en cambio, recibe su poder del Padre, porque es una respuesta amorosa que acepta su voluntad salvadora en nuestra vida y en la historia.