Para Jesús, romper con el viejo modo de vivir marcado por el egoísmo y la seguridad que da la acumulación significa dar paso a la donación, al compartir los bienes en solidaridad y comunión. Y concluye con una enseñanza clara: no se puede pertenecer al Reino manteniendo criterios de protagonismo o superioridad basados en el poder y la riqueza.
En el Reino, todos han de adoptar la actitud de Jesús: hacerse «último de todos y servidor de todos». Por eso, aunque alguien sea el primero, debe hacerse el último, desprendiéndose de lo que lo pone por encima de los demás. En el Reino no valen las posiciones que generan diferencias. Su esencia es la gratuidad, donde no hay precio, pero sí valor.




