El cántico que se pone en boca de Simeón presenta a Jesús como el “Salvador” de “todos los pueblos”, la “luz” de “las naciones” y la “gloria de Israel”. El hijo de María será el salvador del mundo, el mensajero de la buena noticia para todos, el artífice de la paz que viene de Dios. Sin embargo, su camino no será fácil.
Él es “gloria”. En el lenguaje bíblico, la gloria es la manifestación misma de Dios. Jesús es la “gloria de Israel” porque en él se revela plenamente el amor de Dios por su pueblo. Su vida provocará la caída de unos y la elevación de otros. Algunos avanzarán con él hacia la verdadera liberación, mientras que otros se aferrarán al egoísmo y la comodidad. La historia ha dado testimonio de ello hasta hoy.
Dios ha pronunciado su última palabra en Jesús, y el Hijo de Dios dará su respuesta en la cruz. La victoria del Mesías nacerá de su aparente derrota. La vida llegará a través de la muerte, y en ese proceso quedarán al descubierto los pensamientos y los intereses de muchos corazones. La actitud que tomemos ante Jesús revelará lo más profundo de nuestro ser.