Existen distintas maneras de “tener”: si tenemos esperanza y solidaridad, capacidad de compartir, anhelo de justicia y paz, perdón y misericordia, Dios hará que todo eso crezca. Pero si estamos llenos de egoísmo, codicia, orgullo e indiferencia, solo cosecharemos las consecuencias de lo que hemos acumulado.
Dios nos quiere como luz, una luz brillante y fuerte que no se apague ante los vientos en contra. Nos llama a ser fieles a la vocación que hemos recibido, trabajando para disipar todo aquello que oscurece el camino de los hombres hacia la vida plena.
Si damos todo para llevar la vida, el amor, la paz y la misericordia de Dios a los demás, con esa misma medida Dios llenará nuestra vida, hasta que nos llame a estar con Él eternamente, donde se nos dará a sí mismo por completo y para siempre.