ORANDO CON LA PALABRA

El trabajo del sembrador, según Jesús, es generoso, sin medidas ni cálculos, aunque a veces parezca inútil o infructuoso. Pero siempre habrá un terreno donde la semilla dé fruto abundante. En el Reino de Dios, ningún esfuerzo es en vano. La parábola nos llama a sembrar con confianza, sin limitarnos a ciertos terrenos o a ciertos resultados.

Jesús compara su labor con la del sembrador que siembra sin distinciones, con la esperanza de que las semillas crezcan y den fruto. Así también actúa su amor hacia la humanidad: un amor generoso, que no se reserva nada.

La Iglesia debe asumir esta misión con el mismo espíritu: sembrar sin desanimarse, sin dejarse llevar por cálculos humanos. No sabemos de antemano qué terreno dará fruto y cuál no, porque eso pertenece al juicio de Dios. Como Iglesia evangelizadora y misionera, necesitamos confiar en que la semilla dará fruto, aunque a veces este mundo parezca estéril, lleno de superficialidad, egoísmo o dificultades internas.

«Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Cor. 15,10)

LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO - Vida Ascendente

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 8/2/2025

REFLEXIONES VARIAS

Mons. Jorge García Cuerva – 9/2/2025

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El bien, si no se invierte, se pierde; porque la grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acumulamos, sino de cuánto fruto damos.

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