Este relato sigue siendo actual. Muchas veces llamamos bien al mal y mal al bien. Como un reino dividido no puede sostenerse, tampoco nuestras vidas pueden sostenerse si queremos servir a dos señores al mismo tiempo. No podemos tener el corazón en Jesús y a la vez vivir según los valores del mundo.
Jesús nos invita a no ser indiferentes ni perezosos. Nos llama a reconocer la acción de Dios en nuestra vida y a luchar contra el mal, tanto dentro de nosotros como en el mundo. Él ha vencido el mal, pero es necesario que aceptemos su mensaje y lo sigamos. Solo siendo dóciles al Espíritu Santo podremos reconocer el poder que actúa en Cristo y dejarnos transformar por él.