Jesús da a los Doce el poder de expulsar demonios. En ese contexto, el demonio simbolizaba todo lo negativo de la historia: la enfermedad, la injusticia y el pecado. Este poder no se reduce al de hacer milagros y exorcismos, sino que implica la capacidad de humanizar al ser humano. En comunión con Jesús, el hombre puede llegar a ser la imagen fiel de Dios Padre.
Jesús nos llama hoy a ser sus apóstoles con nuestra propia vida, con nuestro modo de actuar, hablar y pensar. No nos impone una carga, sino que nos ofrece la oportunidad de dar un sentido pleno a nuestra vida en este mundo, colaborando con Él en la salvación de la humanidad.