Una peregrinación con ocasión de la fiesta de la Pascua es la ocasión para presentar la identidad y misión del niño Jesús. Los padres buscan a su hijo que se les ha escapado y, en boca de María, dan testimonio de su angustia (Lc 2,48).
Pero el niño, hallado entre los maestros, se revela a María y a José, sus padres, como el Hijo mismo de Dios, su Padre. Llama a sus padres a reconocer la verdadera identidad del que debe ocuparse de los asuntos de su Padre.
Como antes, María “guardaba” estos acontecimientos en su corazón, aún sin comprenderlos.