Jesús se arraiga en la humanidad al cabo de una historia marcada por el pecado, pero también por la esperanza.
También la Navidad de cada año la celebramos hombres y mujeres débiles, pecadores y con un pasado tal vez cargado de muchas sombras. Dios quiere conceder su gracia a personas que tal vez tampoco son un modelo de santidad. Esto es una invitación a mirar a todos con ojos nuevos, sin menospreciar a nadie. Nadie está imposibilitado para recibir la salvación. Jesús viene a sanar a los enfermos y a salvar a los pecadores, no a felicitar a los sanos o a canonizar a los buenos. En esto se apoya nuestra confianza.
Este tiempo de Adviento es un tiempo para mirarnos, reconocernos, aceptarnos y dejar que Dios nos ame y nos salve, en y desde la historia concreta de cada uno.