Es fácil caer en el error de ver maldad donde no la hay, de ignorar el bien que se nos ofrece y, peor aún, de atribuir intenciones equivocadas a quienes simplemente buscan brindarnos lo mejor de sí mismos. Jesús enseña que en el reino de Dios los criterios son distintos: se valoran las acciones a favor de la justicia, el compromiso con los marginados y la solidaridad con los pecadores. Estas actitudes definen tanto a Jesús como a sus seguidores y representan la novedad del Evangelio.
La libertad del Evangelio debe llenarnos de alegría auténtica, de modo que los demás puedan reconocer, incluso desde sus inseguridades, el paso transformador de Dios que llena todo de gracia.