La vida del Reino inevitablemente genera violencia, rupturas propias del paso a lo nuevo. El parto lleva consigo la violencia de lo que se abandona, por la vida nueva que irrumpe. El Bautista ya había anunciado que el hacha estaba dispuesta para cortar el árbol. El Reino es gracia y tarea, es salvación y juicio a la vez.
El Reino no se hará presente como por acto de magia, ni se expresará débilmente. Desde la búsqueda de una justicia largamente esperada, desde la defensa de la dignidad del hombre, desde el compromiso con los pobres y los que sufren, desde la fuerza por hacer presente la Vida sobre la muerte, el Reino se mostrará violento, recreando y renovando.