Para los judíos, solo Dios podía perdonar los pecados. Por eso, mientras la gente sencilla alababa a Dios por lo que Jesús hacía, los líderes religiosos se escandalizaban al verlo sanar y perdonar. Jesús nos muestra que cada ser humano tiene un valor inmenso, y que las leyes y normas deben ayudarnos a crecer, no limitarnos. La fe en Dios no puede ser usada como excusa para marginar o juzgar a otros.
Jesús vino a más que aliviar nuestros dolores o sanar nuestras enfermedades. Él abrió las puertas de la salvación, liberándonos del pecado y de la muerte para que vivamos en la libertad de los hijos de Dios.