Nuestra vida de fe se construye sobre la esperanza cierta de alcanzar nuestra plenitud en Cristo y entrar en el Reino de Dios. Por eso, no basta con tener a Jesús en los labios ni con cumplir lo mandado de forma superficial. Ser verdaderos discípulos implica buscar al Señor, descubrir su voluntad en su Palabra y su ejemplo, y vivir como hijos del Reino.
Construir el Reino desde el mensaje de las bienaventuranzas es la roca firme sobre la que los discípulos de Jesús debemos edificar nuestra vida, tanto como personas como cristianos. El Señor se acerca a nosotros no solo para alegrarnos, sino para invitarnos a una amistad auténtica y un compromiso real. Toda nuestra vida debe edificarse en Él, de modo que seamos un reflejo del amor que Dios nos ha mostrado en su Hijo.