No importa si la venida gloriosa de Jesús está cerca o lejana, porque para cada uno de nosotros está siempre presente en los pequeños y grandes momentos de la vida, si los miramos con ojos de fe. La memoria de la Pascua de Jesús y la promesa de su venida gloriosa no son solo algo que esperamos, sino un compromiso que nos impulsa a trabajar hoy por la evangelización, la justicia y la liberación.
El Día del Hijo del Hombre, el día escatológico, marca el horizonte de toda la historia. No sabemos cuándo será y no tiene sentido intentar adivinarlo. Jesús no nos pide calcular fechas, sino estar preparados siempre. Las actitudes que debemos tener para ese día son las mismas que necesitamos cada día: vivir con coherencia, comprometidos con el Reino de Dios.