El Reino de Dios se construye cada vez que vivimos sus valores en el presente. Por eso, debemos estar atentos a los signos de los tiempos, capaces de discernir dónde se hace visible la cercanía del Reino. Esta vigilancia nos exige aprender del pasado con espíritu de superación, pero sobre todo, vivir plenamente el presente, porque es el único instante en nuestras manos para construir el Reino.
No podemos quedarnos estancados ni por nostalgia del pasado ni por temor al futuro. El mejor modo de enfrentar lo que vendrá es viviendo con intensidad el ahora. La vida eterna comienza hoy.