La visión profética busca encontrar, en medio de los acontecimientos históricos, oportunidades de salvación. Por eso, tanto la destrucción de Jerusalén como el colapso del poder opresor pagano abren espacio para proclamar el anuncio de salvación.
La perspectiva de la venida del Hijo del Hombre es, entonces, optimista. Este anuncio no pretende infundir tristeza, sino alentar. Es una invitación a “alzar la cabeza”, a mirar con esperanza los tiempos nuevos marcados por la liberación.
Ya sea en el momento de nuestra muerte, que no es un final, sino el comienzo de una existencia mucho más plena; en el final de la historia, con la venida de Cristo en gloria y majestad; o en cada momento presente donde descubrimos el paso de Dios, somos llamados a vivir con la frente en alto. Estos son tiempos de salvación.