La insistencia en pedir justicia es el eje central de la parábola y de su enseñanza, destacando la necesidad de orar siempre. Si un juez corrupto no puede ignorar la súplica insistente de una viuda desamparada, mucho menos Dios, que es bueno, dejará de escuchar a sus elegidos cuando claman por justicia. Sin embargo, orar con insistencia también implica trabajar con perseverancia para establecer la justicia entre los hombres.
El texto llama a los seguidores de Jesús a tener plena confianza en Dios. El discípulo debe saber y sentir que Dios está de su lado cuando es oprimido y perseguido por el Reino. La oración de la que se habla aquí es la súplica ferviente de quienes sufren por causa del Reino, un clamor por justicia dirigido día y noche a Dios.