El culto fundamental se manifiesta en el amor, la justicia y la ayuda incondicional, por encima de cualquier culto ritual, como afirmaron los Profetas. Mientras el precepto del amor a Dios y al prójimo no ocupe el centro de nuestra fe, actividades y vida, estaremos distorsionando nuestro llamado a vivir en el amor. Para Jesús, hablar del amor a Dios sin considerar la única puerta de acceso a Él -el prójimo- carece de sentido.
Aquel que ha optado por el amor a Dios descubre que el amor al prójimo es la forma de vivir plenamente esa opción. Reconoce que Dios se hace carne en cada prójimo. No hay otra forma de relacionarse con el prójimo que a través del amor. “Quien permanece en el amor, permanece en Dios”; quien elige amar por encima de todo, vive en Dios.