El evangelio de Lucas nos advierte contra la tentación de pensar que “ya estamos aprobados” y que, por lo tanto, da igual cómo vivamos. La buena noticia es que estamos salvados, pero eso mismo nos llama a vivir una vida nueva, reflejando signos de salvación. No basta con pertenecer a la Iglesia o haber participado en la Eucaristía y escuchado su Palabra. Existe el riesgo de que “se cierre la puerta” y quedemos fuera si no hemos respondido activamente a los dones recibidos.
En este sentido, Jesús nos invita a vivir nuestra fe con profundidad y autenticidad, sin confiar en privilegios externos, sino en una relación sincera y viva con Él, que se traduzca en acciones concretas y en un compromiso constante.