Todos, de alguna manera, somos como Bartimeo: ciegos y mendigos. Nuestra condición humana es a menudo angustiante y dramática porque nuestros deseos van más allá de lo que la vida puede ofrecer, y el sentido de la vida se nos presenta como una gran incógnita. Muchos intentan responder a esta búsqueda a través de espejismos y falsas seguridades, pero en el fondo, estamos pidiendo misericordia, buscando rescate de nuestra propia condición.
Solo con la luz del Evangelio podemos iluminar el misterio de la vida. El misterio del ser humano solo se esclarece a la luz de Jesucristo.
«Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.» (Heb. 1,2)
LA HOMILÍA DEL P. OSCAR
1/1/2025
29/12/2024
REFLEXIONES VARIAS
P. Obispo Jorge Scheinig
Apertura Año Jubilar – 29/12/2024
Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs Misas en la Parroquia: Miércoles a Sábados: 19.30 hs Domingos: 10 hs
Expreso mi agradecimiento y mi aprecio a todos aquellos que, en las numerosas zonas de conflicto, trabajan por el diálogo y las negociaciones. Recemos para que cesen los combates en todos los frentes y se avance decididamente hacia la paz y la reconciliación.
Y hoy, en la Jornada Mundial de la Paz, todos estamos llamados a aceptar esta invitación que brota del corazón materno de María: hacernos cargo de la vida herida, dignificar la vida de cada quien es la base fundamental para construir una civilización de la paz.
Aprendamos como María a hallar la grandeza de Dios en la pequeñez de la vida, protegiendo el don precioso de la vida: la vida en el vientre materno, la de los niños, la de quienes sufren, la de los pobres, la vida de los ancianos, la de quienes están solos, la de los moribundos.
Encomendémosle a ella este nuevo año jubilar, entreguémosle las preocupaciones, los sufrimientos, las alegrías y todo lo que llevamos en el corazón. Confiémosle a ella el mundo entero, para que renazca la esperanza, para que florezca la paz en todos los pueblos de la tierra.
María, Madre de Dios y Madre también a nosotros, como a los pastores, muéstranos al Dios que nos sorprende siempre, que no viene en el esplendor de los cielos, sino en la pequeñez de un pesebre