La paz es signo del reino ya comenzado. La paz mesiánica que es la profunda armonía de los hombres con el mundo, entre ellos y con Dios.
El discípulo verdadero es el que busca, trabaja y hace la paz; no almacena la gracia sólo en beneficio propio, sino que se hace transparente a la salvación concedida gratuitamente por Dios, a todos los hombres. Reconocer para responder.
- En un mundo que vive el pecado a flor de piel, estamos llamados a actuar, para transfigurarlo en mundo de justicia.
- En un mundo de disgregación, tenemos que ser incansablemente signo de comunión.
- En un mundo de odio, estamos llamados a sanar heridas.
- En un mundo de guerras y de ruinas, necesitamos generar y crear espacios que muestren que la paz es posible.
- En un mundo de desconfianza, somos llamados a sembrar la semilla de la fe.