Jesús rompe con la tradición: no es la pertenencia a Israel lo que garantiza el acceso al Reino. La comunidad del proyecto de Dios no se basa en la carne, sino en quien vive las enseñanzas de Jesús. Los cristianos debemos tener cuidado de no creer que basta con asistir a misa o recibir los sacramentos; lo que cuenta es vivir de acuerdo con el Evangelio, demostrando con hechos que hemos asumido el proyecto de Jesús.
El Reino no se mide por actos de piedad o caridad, sino por la justicia, la verdad y el amor con que vivimos. Como María, seremos bienaventurados no solo por lo que hemos recibido, sino por escuchar, meditar y vivir la Palabra de Dios en nuestra vida diaria.