Al llamarlo Padre, le pedimos que para nosotros y para todos, vivamos como hijos suyos, animados por el amor de su Hijo. Para Lucas, rezar es un compromiso de vida, una manera de ser. Por eso, la oración de Jesús es una acogida incondicional de la voluntad del Padre, expresada en Lucas a través de cuatro peticiones esenciales: el reino, el pan, el perdón y la preservación en la tentación.
Clamamos para que el Reino de justicia e igualdad se haga efectivo aquí y ahora. La realización del Reino de Dios tiene como consecuencia la posibilidad de una vida digna, en la que sea factible el acceso al alimento de todos los días y donde se pueda experimentar a Dios en el perdón de las deudas, propio del año de gracia.