El amor verdadero se manifiesta en la capacidad de renunciar al egoísmo personal y en el perdón ofrecido cada día. Amar totalmente y siempre es un don que hay que pedir
Para poder recibir este don, Jesús concluye el Evangelio con la imagen del niño. Nadie puede acceder a los valores del Reino si no los recibe como un niño. No se trata de una ingenuidad infantil, sino de mantener el corazón libre de las durezas del egoísmo y el orgullo del conocimiento. Es vivir con la capacidad de maravillarse, de confiar, y de entregarse amorosamente a lo que se nos da, con la misma pureza y apertura de un niño.