Las palabras de Jesús son muy duras: el discípulo debe tomar una decisión personal y radical, rompiendo con cualquier obstáculo que se oponga a la entrada en el Reino y que impida la entrada a los demás. La auténtica fe apunta a la vida plena, y por ella debemos renunciar a todo aquello que la pueda disminuir, reducir o eliminar.
Si hay seguimiento de Jesús, hay una opción total y definitiva por lo absoluto de la vida, y todo lo demás se vuelve relativo. Jesucristo no es algo más. Es quien nos da la verdadera dimensión de las cosas y nos permite discernir lo que realmente nos lleva a nuestra plena realización humana y, por ende, a la salvación.