El fracaso de Jesús no será el final, pues su resurrección marcará el inicio de la verdadera liberación. Su muerte permitirá la entrada a una nueva vida sin poder opresivo.
Aceptar el fracaso y cambiar nuestra forma de ver el éxito es necesario para el discipulado. Seguir a Jesús significa estar dispuesto a enfrentar dificultades y posibles sacrificios. La misión de Jesús requiere testigos dispuestos a dar su vida para que otros encuentren la verdadera vida.
La lucha por la verdad nos coloca en el horizonte de la Pasión, entendida como una actitud de coraje para encarnar los valores del Reino en un mundo que intenta silenciarlos a cualquier precio. El martirio es siempre una posibilidad real para quienes asumen el camino del discipulado. La causa de Jesús necesita testigos confiables que estén dispuestos a entregar su vida para que los hombres tengan Vida.