Jesús quería transmitir un mensaje fundamental en su predicación de la Buena Noticia: la íntima relación entre el amor agradecido y el perdón de los pecados. Un perdón manifestado por Jesús que revela el rostro misericordioso del Padre.
El perdón es un regalo gratuito, y esto es lo que la pecadora comprendió con su fe; por eso, su fe “la ha salvado y puede irse en paz”.
Este Evangelio nos lleva a entender cómo la mirada de Jesús penetra las actitudes más profundas. No se queda en las apariencias, sino que mira el corazón. Así es el Dios de los cristianos, y así, en buena lógica, deberíamos ser también los cristianos.