Es muy frecuente que el hombre carezca de credibilidad entre sus familiares y amigos cuando realiza cosas que salen de lo esperado. Esta experiencia humana lleva a Jesús a exclamar que ningún profeta es escuchado y valorado en su propia tierra. Él mismo, como signo de la salvación que Dios ofrece, será rechazado entre los suyos.
Dios prefiere anunciar la Buena Nueva de su salvación con palabras sencillas, para que nuestra propia vida, con sus luces y sombras, sea el camino de acceso al Reino. Dios solo dispone de humildes signos para tocar el corazón y provocar la libertad de aquellos a quienes quiere hacer discípulos.