ORANDO CON LA PALABRA

Jesús declara bienaventurados a los pobres de espíritu, estableciendo así la base para todas las demás bienaventuranzas. Ser pobre de espíritu es estar abierto a recibir el Reino de Dios como un don. El que es pobre en espíritu comprende que el verdadero alimento no se encuentra en los bienes materiales, el poder o la violencia, sino en la Palabra de Dios, la justicia y el amor.

En contraste, la lamentación por los ricos es igualmente fundamental. El rico que se siente autosuficiente y no utiliza sus riquezas para servir a los demás, encerrándose en su egoísmo, se condena a sí mismo. Jesús presenta así dos caminos claros: el camino de la vida y el camino de la muerte. No existe una tercera opción neutra; quien no se dirige hacia la vida, se encamina hacia la muerte, y quien no sigue la luz, permanece en las tinieblas.

«Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Cor. 15,10)

LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO - Vida Ascendente

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 8/2/2025

REFLEXIONES VARIAS

Mons. Jorge García Cuerva – 9/2/2025

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

El bien, si no se invierte, se pierde; porque la grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acumulamos, sino de cuánto fruto damos.

INTENCIONES DEL PAPA