Jesús compara la antigua alianza con la nueva. Así como el vino nuevo no puede meterse en odres viejos, la llegada de Jesús trae una novedad que no encaja en estructuras antiguas. Su mensaje es una novedad que requiere un cambio de mentalidad para poder aceptarlo; incluso las obligaciones cambian o desaparecen ante la novedad de la salvación que ha llegado en Jesús. Entramos en el régimen de la gracia.
La presencia del Señor en nosotros nos anima a manifestar, a través de nuestras obras, que Él habita en nosotros. No podemos ser mensajeros de tristezas y catástrofes. Somos testigos del Evangelio de Cristo. Esta es nuestra carta de presentación: hombres nuevos en Cristo, que trabajan por la paz, la justicia social y un amor fraterno auténtico, que nos hace abrir los ojos ante las necesidades de los más desprotegidos y que, ante el pecado, muestran el poder y la fuerza del amor del Resucitado.