Frecuentemente nos sentimos desalentados pensando que nuestros esfuerzos carecen de recompensa. Jesús nos llama a adoptar la perspectiva del mundo nuevo, donde lo esencial no es la seguridad material, sino la plenitud que todos los hijos de Dios merecen, y que se vive desde el amor entregado y recibido gratuitamente.
La humildad para recibir la gracia del Reino es imposible de lograr por el esfuerzo humano; es un regalo que hay que pedir con confianza porque Dios hace posible vivir con desprendimiento total, a pesar de la incapacidad humana.
La llamada de Jesús es a trascender las normas de este mundo. Debemos dejarlo todo para recibirlo todo, y esta disposición solo es posible gracias a la revelación del Padre. La comunidad cristiana debe redescubrir continuamente la gracia de Dios para responder con verdad a esta llamada de Jesús.