El Reino, que no es un logro humano, es dado gratuitamente por Dios.
El discípulo solo puede perseverar en el amor, la pobreza radical y el perdón absoluto de las ofensas si su corazón permanece tan disponible a la gracia como el de un niño.
Jesús alaba en los niños su pequeñez y su incapacidad de ascender por el camino del Evangelio con sus propias fuerzas. Así como en los brazos de los adultos los niños alcanzan lo que por sí mismos no pueden, para vivir en el Reino no hay otro recurso que dejarse llevar por Dios. Jesús propone al niño como modelo porque representa la apertura a la gracia.
ORANDO CON LA PALABRA
