Para Mateo, el destino del hombre se decide en esta tierra. Aquí elegimos entre lo que conduce a la vida plena y lo que inevitablemente lleva a la destrucción. Sin embargo, esta elección no es fácil, porque los proyectos que conducen a la muerte no siempre muestran su maldad desde el comienzo; pueden presentarse con la misma apariencia de las buenas semillas. Al final, el fruto diferenciará una semilla de otra.
Nuestro desafío es realizar un paciente discernimiento a la luz del Evangelio, para poder denunciar la mala hierba y favorecer la semilla fértil y provechosa de la vida. En el día del juicio, recogeremos lo que hayamos sembrado. Incluso en el presente, recogemos las primicias de nuestra siembra.