Jesús señala que la llegada del Mesías implica un cambio radical en la mentalidad y la vida, dejando atrás esquemas obsoletos y ritos externos vacíos. Seguir a Jesús implica una transformación profunda y completa, no solo superficial, afectando la vida entera y renovando el corazón.
El Evangelio de Jesús no es solo un cambio superficial ni un asunto de remiendo ni parches, sino de conversión profunda y radical. No afecta solamente lo externo, sino que hace de la persona un ser nuevo. Es tener un corazón nuevo que afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas prácticas de piedad u oraciones: “He aquí que hago las cosas nuevas” o “hay que nacer de nuevo”.