En momentos de tranquilidad, nos sentimos seguros y confiados. ¡Cómo nos cuesta mantenernos firmes ante las adversidades de la vida! Pero cuando nuestra seguridad se ve amenazada, nos desesperamos.
Jesús, igual que en el evangelio, viaja con nosotros. Su presencia es imperceptible, pero necesitamos recurrir a Él porque es nuestra única y verdadera carta de navegación.
Que nuestra constante admiración por lo que hace diariamente por nosotros y por todos los hombres, nos ayude a viajar por este mundo con la certeza de su presencia silenciosa, pero fiel y segura. Cuando sintamos que la tierra se hunde bajo nuestros pies, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, que ha querido ser Dios con nosotros y nos aseguró su compañía hasta el fin de los tiempos.