Las exigencias radicales de Jesús no sugieren crueldad, sino que marcan la decisión absoluta y el desprendimiento necesario para seguir a Jesús. Su camino no promete riquezas materiales ni éxitos mundanos, sino que requiere un compromiso generoso y una disposición a vivir desprendidos de las seguridades terrenales. Jesús mismo dejó su hogar en Nazaret para dedicarse a su misión itinerante.
El seguimiento de Jesús implica asumir riesgos y enfrentar la inseguridad, pero también descubrir valores más profundos y significativos que los del mundo materialista. Como discípulos, debemos buscar al Hijo del Hombre y encontrar el verdadero valor de las cosas al servicio del Reino de Dios.