Jesús sana y libera sin condiciones, aunque su acción no resuelve radicalmente los problemas sociales, ya que eso requiere la construcción de una nueva sociedad. Aun así, Jesús no ignora el sufrimiento humano y lo alivia, asumiendo el papel de Mesías y redimiéndonos con su propia entrega.
Cristo es el médico que nos libera de todo sufrimiento con una simple palabra, pero nuestra curación depende de cómo nos acerquemos a Él. Así como el centurión, con fe y confianza, como un niño busca a su padre en tiempos difíciles. Debemos acercarnos con humildad, reconociendo nuestra indignidad pero con un amor a Dios confiado y un amor solidario con los demás, que nos hace olvidarnos de nosotros mismos y pedir por los demás.