ORANDO CON LA PALABRA

Jesús nos presenta un criterio de discernimiento a partir de un contraste evangélico: los árboles buenos y malos. Lo bueno es y puede ser reconocido como tal, a través de los hechos y no solo de las palabras. No basta decir: “Señor, Señor”, la fe se acredita a través de las obras. El criterio que garantiza la autenticidad del creyente y su pertenencia al reino es la coherencia entre lo que se dice y se hace.

Todo árbol bueno da frutos buenos. Teniendo como base el Sermón de la Montaña podremos hacer una valoración de los frutos. No es bueno olvidar que los frutos no aparecen de un día para el otro. También se es bueno en la medida en que no se desfallece en este modo de obrar. Obrar el bien evangélico sin cansancio y sin ceder ante la tentación de obrar el mal. Y si acaso se llega a ceder por cansancio o tentación, se reconoce sinceramente, se arrepiente de corazón y se vuelve a empezar.

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«Mi poder triunfa en la debilidad» (2 Cor.12,9)

LA HOMILÍA EN LA PARROQUIA

P. Oscar – 7/7/2024

REFLEXIONES VARIAS

P. Lucas Jerez – 7/7/2024

Obispo Oscar Ojea – 6/7/2024

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

Renovemos nuestro compromiso de rezar y trabajar por la paz: por la martirizada Ucrania, por Palestina e Israel, por Sudán, Myanmar y todos los pueblos que sufren la guerra.

Dios se esconde en las esquinas oscuras de la vida y de nuestras ciudades; su presencia se revela precisamente en los rostros socavados por el sufrimiento. El Señor se hace presencia amiga precisamente en la carne herida de los últimos, los olvidados y los descartados.

La indiferencia es un cáncer de la democracia; la fraternidad hace florecer las relaciones sociales.

Sin esperanza, seríamos administradores, equilibristas del presente y no profetas y constructores del futuro.