ORANDO CON LA PALABRA

A la hora de amar, tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. Para amar verdaderamente, lo primero que tenemos que aceptar de los “otros” es eso, que sean “otros”, con su
carácter, sus particularidades, sus limitaciones y sus opiniones.

La perfección, el amor, está en nuestras manos en medio del mundo, en nuestras ocupaciones diarias, en la realidad. Debemos superar la absolutización de lo que nos resulta espontáneo como norma de vida. El amor hacia los enemigos es el vértice donde Jesús ha puesto todo el contenido de su proyecto, cambiando la ley antigua por una nueva norma: el amor sin límites ni restricciones.

La sola voluntad no alcanza, es una obra de Dios en nosotros. Por eso, los discípulos tenemos que construir nuestra vida desde la paradoja de la oración y la compasión para poder vivir el amor y el perdón, incluso a los enemigos, como la norma central de la vida y la misión.

«Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.» (Heb. 1,2)

Engendrado y No Hecho – Templo Nueva Vida

LA HOMILÍA DEL P. OSCAR

Homilía  P. Oscar – 22/12/2024

REFLEXIONES VARIAS

P. Obispo Jorge Scheinig
Reflexión de Navidad – 23/12/2024

LLEGARON LAS AGENDAS

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Miércoles a Sábados: 19.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres. Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios ha venido a curarnos y perdonarnos.

En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones.

La Puerta está abierta, abierta de par en par. Vengan, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.