Una de las oracopnes que el Papa Francisco sugiere para rezar después del rosario rezado en la familia.
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual,
llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero,
acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra,
y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus,
y consuela a los que se encuentran confundidos
y lloran por la pérdida de sus seres queridos,
a veces sepultados de un modo que hiere el alma.
Sostiene a aquellos que están angustiados porque,
para evitar el contagio,
no pueden estar cerca de las personas enfermas.
Infunde confianza a quienes viven
en el temor de un futuro incierto
y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra,
implora al Padre de misericordia
que esta dura prueba termine
y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz.
Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo,
pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas,
y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros,
al personal sanitario,
a los voluntarios que en este periodo de emergencia
combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas.
Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día,
a los enfermos, y a los sacerdotes que,
con solicitud pastoral y compromiso evangélico,
tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa,
ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia,
para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones,
para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad,
socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir,
planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance
y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias
para que las grandes sumas de dinero
utilizadas en el aumento y en el perfeccionamiento de armamentos
sean destinadas a promover estudios adecuados
para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima,
acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia
a una única y gran familia,
tomando conciencia del vínculo que nos une a todos,
para que, con un espíritu fraterno y solidario,
salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza
y situaciones de miseria.
Anima la firmeza en la fe,
la perseverancia en el servicio
y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos,
abraza a todos tus hijos atribulados,
haz que Dios nos libere con su mano poderosa
de esta terrible epidemia
y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti,
que brillas en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Amén.