Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real,
haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.
Ayúdanos, señor, a guardar tus mandatos,
para que por la fuerza del Espíritu Santo, nosotros permanezcamos en ti, y Tú en nosotros.
Danos tu sabiduría eterna,
para que permanezca con nosotros e inspire todas nuestras tareas.
Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean
y fuente de esperanza para los decaídos.
Amén.